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domingo, 11 de agosto de 2024

Un hombre bajo el agua


Esta historia comienza bajo las aguas turbias de una balsa de riego. Es ahí donde el protagonista, con apenas catorce años, encuentra el cadáver de un vecino. El fatal hallazgo hace saltar por lo aires los felices días de su adolescencia: en el barrio no tardan en correr teorías sobre el ahogamiento y la implicación que el joven pudo tener en esa muerte. Más de dos décadas después, se propone reconstruir lo que realmente sucedió aquella mañana de verano.
Un hombre bajo el agua es una novela que ajusta cuentas con nuestra parte más escurridiza: la memoria. Un viaje de ida y vuelta en el que la escritura abre una grieta en la muerte por la que la vida acaba abriéndose paso.

"Primer libro que leo de Juan Manuel Gil, que nos entrega una novela que destaca por su profunda introspección y su exploración de los laberintos de la memoria y que me ha sumergido en un mar de emociones que no esperaba encontrar. Es una obra que desde sus primera páginas consigue sumergirte en una experiencia casi sensorial, donde la realidad y la ficción se entrelazan en una danza hipnótica, haciéndonos cuestionar la fiabilidad de nuestros recuerdos y la construcción de nuestra propia narrativa, creando una experiencia literaria tan inquietante como fascinante.
Desde el principio, Gil establece un tono que mezcla lo cotidiano con lo misterioso, presentando a un protagonista que parece atrapado en un constante vaivén entre el pasado y el presente. La historia se desarrolla en un espacio mental casi onírico, donde los recuerdos del protagonista se desvanecen y reaparecen como olas que rompen en la orilla de su conciencia, reflejando la naturaleza fragmentada de la memoria, uno de los temas centrales de la novela.
El autor nos muestra como nuestros recuerdos pueden ser moldeados por el tiempo, las emociones y las circunstancias, convirtiéndose en construcciones subjetivas y en ocasiones, engañosas, por lo que el protagonista se ve obligado a confrontar la fragilidad de su propia identidad, al darse cuenta de que su pasado no es tan sólido como creía.
La escritura se convierte en una herramienta fundamental para el protagonista, quien a través de ella intenta exorcizar sus demonios y encontrar un sentido a su pasado.
Gil demuestra una grandísima destreza en el manejo de la prosa con un ritmo cadencioso y envolvente, casi como el murmullo del agua. Su estilo es preciso y medido, pero no por ello carente de lirismo y alterna su escritura entre la delicadeza y la contundencia, haciéndonos reflexionar sobre la fragilidad de nuestros recuerdos y cómo estos pueden moldear, e incluso distorsionar, nuestra percepción de la realidad.
La estructura de la novela, que fragmenta el tiempo y la memoria, contribuye a la sensación de estar explorando un territorio inestable, donde cada fragmento de recuerdo es una pieza de un rompecabezas que quizá nunca consigamos completar del todo, y este juego con la temporalidad, lejos de resultar confuso, añade profundidad a la trama, permitiéndote convertirte en cómplice de la reconstrucción de la historia.
Uno de los puntos más interesantes de la novela es la manera que Gil utiliza el agua, que en sus múltiples formas, se convierte en un símbolo de lo inabarcable, lo incontrolable y lo desconocido. Es el medio a través del cual el protagonista se enfrenta a sus miedos y a sus verdades más ocultas. Este uso del agua añade una capa de complejidad al relato, convirtiéndolo en una especie de viaje iniciático en el que el protagonista se ve obligado a confrontar lo que yace debajo de la superficie de su propia vida.
Sin embargo, Un hombre bajo el agua no es una novela de fácil digestión, ya que requiere de un lector dispuesto a dejarse llevar por sus ritmos cambiantes y su atmósfera a veces opresiva, con una estructura no lineal, con sus saltos temporales y su narrativa fragmentada, llegando a resultar una lectura desafiante... pero es precisamente ese desafío lo que la convierte en una novela tan rica y fascinante.
Una novela que no solo cuenta una historia, sino que invita a una inmersión profunda en la mente y el alma de su protagonista y que me ha dejado la sensación de haber sido arrastrada a las profundidades de mi propia mente.
Para todas aquellas personas que aún no han descubierto a este autor almeriense, Un hombre bajo el agua es un buen punto de partida, ya que es una novela que no solo se lee, sino que se siente, como el peso del agua sobre un hombre que intenta salir a flote".





2019





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