Miguel Hernández Gilabert nació el 30 de octubre de 1910 en Orihuela (Alicante). Era el tercer hijo de siete hermanos. Después de terminar la educación primaria, pasa a estudiar el bachillerato en 1923 en el colegio de Santo Domingo de Orihuela, regentado por los jesuitas, que le proponen para una beca con la que continuar sus estudios, que su padre rechaza. En 1925 abandonó los estudios por orden paterna para dedicarse en exclusiva al pastoreo. Mientras cuidaba el rebaño, Hernández leía con avidez y escribía sus primeros poemas.
Por aquel entonces, el canónigo Lusi Almarcha Hernández inició una amistad con Miguel Hernández y puso a su disposición libros de San Juan de la Cruz, Gabriel Miró, Paul Verlaine y Virgilio entre otros. Sus visitas a la biblioteca pública eran cada vez más frecuentes y empezó a formar un improvisado grupo literario junto a otros jóvenes de Orihuela. Entre los participantes se encontraba Ramón Sijé, que se convirtió no sólo en su amigo, sino también en su compañero de inquietudes literarias.
Los libros fueron su principal fuente de educación, convirtiéndose en una persona totalmente autodidacta.
Debido a la reputación que logró gracias a las publicaciones en varias revistas y diarios, el 31 de diciembre de 1931, viajó a Madrid, buscando consolidarse en la escena, acompañado de unos pocos poemas y recomendaciones, pero no consiguió encontrar empleo y se vio obligado a volver a Orihuela el 15 de mayo de 1932.
En 1933 se publicó su primer libro y Hernández fue invitado a hacer lecturas de su obra en la Universidad de Cartagena y en el Ateneo de Alicante el 29 de abril de 1933.
Tras aquel prometedor comienzo, se marchó a Madrid por segunda vez para conseguir trabajo, esa vez con mejor fortuna pues logró ser nombrado colaborador en las Misiones Pedagógicas. Más tarde le escogió como secretario y redactor de la enciclopedia Los toros su director y principal redactor, José María de Cossío, quien se convirtió en su protector y más ferviente sostenedor de su obra. Colaboró además con asiduidad en la revista de Occidente y mantuvo una tórrida relación con la pintora Maruja Mallo. Hizo amistad con Vicente Aleixandre y Pablo Neruda. Su poesía por aquel entonces se hace más social y manifestó un compromiso político con los más pobres y desheredados.
Al estallar la Guerra Civil, Miguel Hernández se alistó en el bando republicano. En el verano de 1936 también se afilió al Partido Comunista de España. Hernández figuró en el 5º Regimiento y pasó a otras unidades en los frentes de la batalla de Teruel, Andalucía y Extremadura. En plena guerra, logró escaparse brevemente a Orihuela, para casarse el 9 de marzo de 1937 con Josefina Manresa. A los pocos días tuvo que marchar al frente de Jaén. En el verano de 1937 asistió al II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas celebrado en Madrid y Valencia, dónde conoció a Cesar Vallejo. Más tarde viajó a la Unión Soviética en representación del Gobierno de la República. En diciembre de 1937 nació su primer hijo, Manuel Ramón, que murió a los pocos meses. En enero de 1939 nació su segundo hijo, Manuel Miguel. Destinado por entonces a ala 6ª División, pasó a Madrid.
En abril de 1939, rechazando el ofrecimiento de su amigo Cossío de acogerle y protegerle, y entendiendo que en Orihuela corría peligro, decidió irse a Sevilla, pasando por Córdoba, con la intención de cruzar la frontera de Portugal por Huelva. La policía de Salazar, dictador fascista de Portugal, lo entregó a la Guardia Civil.
Desde la cárcel de Sevilla lo trasladaron a un penal en Madrid, de donde, gracias a las gestiones que realizó Pablo Neruda ante un cardenal, salió en libertad inesperadamente, sin ser procesado, en septiembre de 1939. De vuelta en Orihuela, fue delatado y detenido, y ya en la prisión de la plaza del Conde de Toreno en Madrid, fue juzgado y condenado a muerte en marzo de 1940. José María de Cossío y otros amigos intelectuales, intercedieron por el y se le conmutó la pena de muerte por la de treinta años de cárcel. Pasó a la prisión de Palencia en septiembre de 1940 y en noviembre, al penal de Ocaña en Toledo. En 1941, fue trasladado al reformatorio de adultos de Alicante, donde compartió celda con Buero Vallejo. Allí enfermó. Padeció primero bronquitis y luego tifus, que se le complicó con tuberculosis. Falleció en la enfermería de la prisión alicantina el 28 de marzo de 1942, con tan sólo 31 años de edad. Fue enterrado en el nicho número mil nueve, del cementerio de Nuestra Señora del Remedio de Alicante, el 30 de marzo.
Sus restos fueron exhumados en 1984 a la muerte de su hijo Manuel Miguel. El ataúd fue preservado para exponerlo en la Casa-Museo de Miguel Hernández en Orihuela.
En diciembre de 1986, los restos de ambos fueron trasladados a un terreno cedido por el Ayuntamiento de Alicante, ubicado en el mismo cementerio y en febrero de 1987 fue enterrada junto a ellos la que fuera su esposa, Josefina Manresa.
En febrero del 2011, la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo de España denegó la posibilidad de un recurso extraordinario de revisión de la condena solicitado por la familia, al considerar que la misma fue impuesta por motivos ideológicos o políticos y que ya quedó anulada con la Ley de Memoria Histórica aprobada durante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, que declaró este tipo de condenas como radicalmente injustas e ilegítimas.
Premios
Hijo predilecto de la provincia de Alicante
Hijo adoptivo de la Ciudad de Murcia
Libros leídos:
- Poemas de amor (2013)*
Figura singular dentro de la poesía española del siglo XX, Miguel Hernández depuró en su poesía amorosa con sensibilidad extraordinaria las pulsaciones más naturales y primarias del impulso erótico, como el deseo, los celos, o la reproducción y la fertilidad como instrumentos de pervivencia. Como indica Leopoldo de Luis - preparador y prologista de la presente antología-, los poemas de amor del poeta alicantino enriquecen los modelos clásicos que los inspiraron con símbolos e imágenes originales que los individualizan y les confieren un sello propio e inconfundible.
Prólogo y selección de Leopoldo de Luis.
"Sin duda alguna, Miguel Hernández es uno de los poetas más populares de nuestra literatura. Sus poemas son el espejo de su vida, de sus emociones, de sus sentimientos y sobre todo están escritos con sencillez, para que puedan llegar al pueblo, de donde venía y para quien escribía".
"En un rincón enmudecen
cartas viejas, sobre viejos,
con el color de la edad
sobre la escritura puesto.
Allí perecen las cartas
llenas de estremecimientos.
Allí agoniza la tinta
y desfallecen los pliegos,
y el papel se agujerea
como un breve cementerio
de las pasiones de antes,
de los amores de luego".
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