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domingo, 15 de julio de 2012

Elie Wiesel

Eliezer Wiesel nació el 30 de septiembre de 1928 en Sighetu Marmatiei, en lo que hoy es Rumanía, pero que en ese entonces era parte de Hungría. Su infancia fue truncada por el estallido de la Segunda Guerra Mundial, cuando la maquinaria nazi comenzó a transformar el continente europeo en un vasto cementerio. A los 14 años, fue capturado junto a su familia y los demás judíos de su pueblo cuando el régimen nazi, bajo el mando de Ferenc Szálasi, tomó el control.
Enviado a los campos de exterminio de Auschwitz y Buchenwald, Wiesel conoció el abismo del sufrimiento. Las alambradas de los campos no solo encarcelaron su cuerpo, sino que rompieron los lazos más sagrados: su padre, Shlomo, su madre, Sarah y su hermana pequeña, Judith, murieron a manos de la barbarie nazi. Solo él y sus hermanas mayores, Hilda y Beatrice, lograron escapar de esa pesadilla con vida. La liberación llegó el 11 de abril de 1945, cuando los soldados aliados irrumpieron en Buchenwald, cerrando uno de los capítulos más oscuros de la historia.
Pero para Wiesel, sobrevivir no era suficiente. Decidió tomar su dolor, su rabia y sus recuerdos, y transformarlos en palabras, como una forma de resistencia y testimonio. Después de la guerra, se instaló en París, donde se formó en la Universidad de la Sorbona y comenzó su labor como periodista. Allí, empezó a construir la voz que daría forma a su misión: ser un faro de memoria en un mundo que, a menudo, prefería olvidar.
En 1956, Elie se estableció en Estados Unidos, un lugar donde encontró un nuevo hogar, aunque las sombras de su pasado nunca lo abandonaron. Convertido en ciudadano estadounidense en 1963, después de años de estar sin patria, Wiesel decidió que su experiencia debía ser compartida, no solo como una historia de horror, sino como una advertencia para la humanidad.
En 1986, Wiesel recibió el Premio Nobel de la Paz, un reconocimiento a su infatigable lucha contra la indiferencia. Para él, el olvido era el mayor enemigo, y su vida se dedicó a asegurarse de que los horrores del Holocausto no se desvanecieran en la niebla de la historia. Falleció el 2 de julio de 2016 en Nueva York, pero su legado sigue vivo siendo un recordatorio constante de que, incluso frente a lo indecible, el acto de recordar puede ser un escudo contra la crueldad y un homenaje a la dignidad humana.



Premio Nobel de la Paz 1986
Caballero Comendador de la Orden del Imperio Británico
Medalla Presidencial de la Libertad







El olvidado (1994)
El protagonista de la novela está perdiendo la memoria a causa de una enfermedad y muy pronto será un hombre sin raíces y desposeído de su historia: una infancia en Rumanía, la guerra, el amor de Talia, el descubrimiento de Palestina, la guerra en Jerusalén. Por eso emprende la tarea de redactar sus recuerdos para dejarlo como legado a su hijo y a la vez emprender el viaje a la aldea rumana donde nació. Un fresco de cincuenta años de historia, una novela sobre la pérdida de la memoria y una reflexión sobre la incomunicación entre un padre y un hijo, que parecen muy diferentes pero en realidad son dos caras de una misma moneda.

"El olvidado de Elie Wiesel es un libro que, desde sus primeras páginas, teje una red de emociones que atraviesan las barreras del lenguaje, convirtiendo cada palabra en una experiencia sensorial. No es simplemente una novela, es un río de sentimientos, recuerdos y dilemas morales que se deslizan bajo la piel del lector, penetrando en lo más profundo de su ser. Wiesel no narra, susurra al alma, y lo hace con una maestría que solo alguien que ha convivido con el dolor, la memoria y el silencio podría alcanzar.
La historia sigue a Elhanan Rosenbaum, un hombre que está perdiendo sus recuerdos. Sin embargo, lo que realmente se desdibuja no es solo su memoria personal, sino la historia colectiva de un pueblo marcado por la tragedia. Wiesel nos sitúa en el borde mismo del olvido, en ese vértigo en el que lo que somos y lo que fuimos comienza a desmoronarse. Mientras lo lees, no puedes evitar sentirte atrapada por la fragilidad de la mente humana, y, al mismo tiempo, por la urgencia de mantener vivos los recuerdos, por dolorosos que sean.
Lo más fascinante de El olvidado es cómo las emociones se vuelven palpables. Cada palabra parece cargar con un peso emocional tan denso que se siente en los huesos. El lenguaje de Wiesel es sencillo, pero cargado de una intensidad que lo vuelve casi hipnótico. La novela no se lee, se absorbe. Como una melodía que se queda flotando en la mente, su impacto persiste incluso mucho después de haber cerrado el libro. Hay algo inquietante en la forma en que Wiesel juega con la memoria y el olvido, con lo que decidimos retener y lo que el tiempo borra inevitablemente.
A medida que avanzamos en la trama, es imposible no sentir cómo la historia se cuela dentro de tu cuerpo. Es una sensación física, casi como si las palabras de Wiesel se adhirieran a la piel y nos forzaran a convivir con ellas. Los personajes, sus dilemas y sus tragedias nos persiguen en la cotidianidad, y ahí radica una de las grandezas de esta obra: El olvidado no se deja atrás, se queda flotando en tu memoria, envolviéndola, como una sombra persistente.
El olvidado es una novela que te desafía a enfrentarte a la inevitabilidad del olvido, pero también a la belleza y el sufrimiento que hay en recordar. Es una obra que, como toda gran literatura, no solo cuenta una historia, sino que la convierte en una experiencia vivida. Maravillosa y dolorosamente inolvidable".





La noche (1960)
Trilogía de La noche I
La noche es el escalofriante relato de un adolescente deportado a los campos de exterminio nazis que se convierte en testigo de la muerte de su familia y de su Dios. ¿Cómo puede permitir que ocurran estas atrocidades el Dios en el que ha creído hasta ahora con tanto fervor?



El alba (1961)
Trilogía de La noche II
Tensa meditación situada en la Palestina bajo mandato inglés, en la que la víctima se ha vuelto verdugo y debe hacer frente a su sueño hecho realidad.



El día (1962)
Trilogía de La noche III
EScrita en un primer momento bajo el nombre de El accidente, en esta última entrega de esta trilogía, nos encontramos con la historia de amor situada en Nueva York, en la cual nace la incertidumbre de que la herida no se cerrará y de que lo único que cabe es la mentira piadosa.






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