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lunes, 10 de abril de 2017

George Orwell


Eric Arthur Blair, más conocido por el pseudónimo de George Orwell, nació el 25 de junio de 1903 en Motihari, una colonia británica de la India. Era hijo de Ida Mabel, nacida en Birmania de ascendencia francesa y de Richard Walmsley Blair, administrador del ministerio del opio del gobierno indio.
Con dos años, se trasladó con su madre y con su hermana mayor Marjorie a Inglaterra y no volvería a ver a su padre hasta 1907, cuando este visitó Inglaterra durante tres meses, antes de partir de nuevo hacia la India.
En 1909, Eric fue enviado a una pequeña escuela parroquial anglicana de Henley, a la cual había asistido su hermana mayor con anterioridad. Dos años más tarde, y gracias a una beca que permitía a sus padres pagara la mitad de las tasas habituales, Eric ingresó a estudiar en la St. Cyprian, una de las escuelas preparatorias de mayor renombre en Inglaterra. Aunque esta escuela no le gustaba mucho, fue allí donde consiguió las becas para estudiar en la escuela Wellington y posteriormente en la de Eton.
Tras culminar sus estudios en Eton, decidió unirse a la Policía Imperial India en Birmania, pues no tenía posibilidades de conseguir una beca universitaria y los medios de su familia no eran suficientes para costear su educación. Tras cinco años como oficial, abandona el cuerpo de policía y vuelve a Inglaterra en 1927.
Posteriormente vive un tiempo en la indigencia, haciendo trabajos de toda clase, hasta que encuentra un trabajo como maestro de escuela, pero pronto se ve forzado a abandonarlo por problemas de salud y comienza a trabajar en una tienda de libros de segunda mano en Hampstead.
En la primavera de 1928 se trasladó a París, donde vivía su tía Nellie, con la esperanza de forjar su carrera como hombre de letras. Tras algunos intentos fallidos, Eric se vio obligado a trabajar de lavaplatos en un hotel. A finales de 1929, regresó a la casa de sus padres, enfermo y sin dinero.
Eric adoptó el pseudónimo de George Orwell en 1933 mientras escribía sus diferentes libros. Seguía viviendo en casa de sus padres y la enfermedad que lo abatía lo obligaba a ganarse la vida impartiendo clases. De 1934 a 1936 trabajó a media jornada en la librería de segunda mano Booklover´s Corner.
En 1936 contrajo matrimonio con Eileen O'Shaughnessy, con la que adoptó a un niño, Richard Horatio. Eileen murió nueve años más tarde, en 1945, durante una operación.


A comienzos de 1936, Victor Gollancz, fundador del Left Book Club, instó a Orwell a escribir sobre la pobreza de la clase obrera en el norte de Inglaterra. Orwell ejerció como reportero social, tuvo acceso a muchas viviendas modestas para experimentar en las condiciones ínfimas en las que vivía la gente, tomó nota de los ingresos salariales por hogar y, pasó días enteros consultando en la biblioteca los registros de salud pública e informes laborales en las minas. Sin embargo, el autor nunca formó parte activa de asociación o coalición partidista alguna, aunque reconoció sentirse un hombre de izquierdas.
El 26 de diciembre de 1936 llegó a Barcelona, con una carta de presentación del Partido Laborista Independiente (aunque no se afilió a él hasta junio de 1938, al volver a Inglaterra), con la intención de combatir en la Guerra Civil Española, y ese mismo día se alistó y fue asignado como miliciano al POUM.
En enero y febrero de 1937 combatió en el frente de la sierra de Alcubierre (Huesca). Más tarde, estando de permiso en Barcelona, participó en las Jornadas de Mayo de 1937 y tras volver al frente, recibió un tiro en el cuello en las proximidades de Huesca.
Su participación en la Guerra Civil Española le marcó para siempre su visión del mundo.
Al volver a Inglaterra estuvo ingresado con tuberculosis en un sanatorio, tras el cual se fue a Marruecos para recuperarse.
Orwell se sustentó escribiendo reseñas de libros para el New English Weekly hasta 1940. Durante la Segunda Guerra Mundial fue miembro de la Home Guard (organización de defensa del Reino Unido creada en los inicios de la Segunda Guerra Mundial como fuerza de apoyo a las tropas regulares del Ejército Británico), en donde recibió la Medalla de la Defensa.
En 1941 comenzó a trabajar para el Servicio Oriental de la BBC, principalmente en programas para ganar el apoyo de la India y el este de Asia a los ejércitos aliados. A pesar de los buenos ingresos, renunció en 1943 para convertirse en columnista y editor literario del Tribune.
En 1949, Orwell entregó una carta a su amiga Celia Kirwan, que trabajaba para una sección del Foreign Office (el ministerio de asuntos exteriores británico), con una lista de treinta y ocho nombres de escritores y artistas que consideró en su momento con inclinaciones procomunistas. En esta lista, que no fue publicada hasta 2003, estaban incluidos numerosos periodistas, y también los actores Michael Redgrave y Charles Chaplin.
En octubre de 1949, se casó en segundas nupcias con Sonia Brownell.
Orwell murió el 21 de enero de 1950 en Londres, a causa de la tuberculosis. Pasó los últimos tres años de su vida entre hospitales. Sus restos reposan en Sutton Courtenay (Oxfordshire, Inglaterra).






Rebelión en la granja (1945)
Rebelión en la granja es una novela satírica sobre el régimen soviético de Stalin. En la ficción de la novela, un grupo de animales de una granja expulsa a los humanos tiranos y crea un sistema de gobierno propio que acaba convirtiéndose en otra tiranía brutal.

"Rebelión en la granja de George Orwell es un libro que no deja indiferente a nadie, y yo que no había leído ninguna novela de este autor, me he iniciado con esta, que me ha sorprendido, mucho, y para bien. Desde las primeras páginas, Orwell deja claro que lo que tenemos entre manos no es simplemente una fábula, sino una demoledora historia que por desgracia, se puede seguir extrapolando a la actualidad.
La novela utiliza a los animales como protagonistas para exponer los peligros del totalitarismos y el inevitable ciclo de corrupción que suele acompañar al poder y Orwell pone de manifiesto hasta que punto se puede corromper la condición humana para conseguir el poder. Los cerdos que lideran la rebelión en la granja pronto se transforman en tiranos indistinguibles de aquellos a quienes derrocaron, lo que refleja el ciclo recurrente de la traición de los ideales.
La historia te atrapa irremediablemente y se lee en un par de día, en los cuales no puedes despegar tus ojos y apartar tu mente de sus páginas. Orwell tiene el don de captar la esencia de las dinámicas del poder y trasladarlas a un escenario aparentemente simple, pero de profundas resonancias. A medida que avanzas en la lectura, es casi inevitable poner caras y nombres de la actual política mundial a cada uno de los personajes.
Una lectura totalmente recomendable, no solo por su labor literario, sino por la vigencia de sus mensajes, que resuenan hoy con una fuerza escalofriante".



1984 (1949)
En el año 1984, Londres es una ciudad lúgubre en la que la Policía del Pensamiento controla de forma asfixiante la vida de los ciudadanos. Winston Smith es un peón de este engranaje perverso y su cometido es reescribir la historia para adaptarla a lo que el Partido considera la versión oficial de los hechos. hasta que decide replantearse la verdad del sistema que los gobierna y los somete.

"1984 de George Orwell es uno de esos libros que con el tiempo han alcanzado el estatus de clásico universal pero que sin embargo, al adentrarme en sus páginas, me encuentro en una encrucijada: por un lado, es imposible no reconocer su poder y relevancia, pero por otro me deja un sabor agridulce, quizá porque, como suele ocurrir con los libros con tanto renombre, las expectativas son tan altas que es fácil terminar decepcionada, quizás porque espero más de ellos.
La novela plantea un futuro distópico en el que el control absoluto es ejercido por el Partido, bajo la mirada siempre vigilante del Gran Hermano. Hoy en día, no estamos tan controlados como describe el autor pero si tengo claro que la intención de los gobernantes es desviar la atención del pueblo hacia el mero entretenimiento y este aspecto de 1984, resuena especialmente hoy en día, en la que parece que el poder también busca embotar nuestra conciencia, y esto se consigue gracias a una educación deficiente o a querer privatizarla para que solo puedan acceder a ella los de arriba, los que más tienen, tejida hábilmente mediante reformas y/o decretos que las empeoran, ya que la ignorancia es la mejor forma de desviar la atención hacia actividades o entretenimientos que no enriquecen nuestras capacidades ni fomentan el pensamiento independiente.
A lo largo de la lectura he notado cierto tufillo misógino que por momentos me incitó a dejar de leer el libro, ya que los personajes femeninos de 1984 parecen reducidos a meros instrumentos sin profundidad, algo que resulta desconcertante en una obra que aspira a denunciar la opresión y la falta de libertad. Esta falta de representación compleja de las mujeres sumada a ciertas actitudes hacia la mujer me hizo cuestionar si el libro no peca de reproducir algunos de los temas que critica.
Es imposible no establecer un paralelismo con el presente, en el que cada día estamos siendo observados a través de las huellas que vamos dejando en internet, en los móviles, en nuestros hábitos de compra, al igual que lo hacen las telepantallas de 1984, un tipo de vigilancia, que aunque en principio parezca sutil, se asemeja inquietantemente a la que Orwell describe, donde el poder sobrepasa los límites de la privacidad y la vida personal.
Orwell parece haber anticipado con escalofriante precisión la vigilancia digital que hoy nos rodea y aunque en el mundo actual no nos enfrentamos a un control tan descarado como el que vive el protagonista de la novela, la sensación de ser monitoreados constantemente se vuelve más palpable cada día, además, el poder en esta novela, no tiene un propósito más allá que el de perpetuarse a sí mismo, siendo una crítica feroz al totalitarismo, ya que el Partido no busca el bienestar de sus ciudadanos, sino mantenerse en la cúspide, o al menos llegar a ella a cualquier coste.
Uno de los aspectos más perturbadores de la novela es cómo el poder, especialmente cuando viene por parte de la derecha, busca anular la capacidad de pensamiento crítico de los ciudadanos, generando mentiras y manipulando la realidad. El uso de la propaganda es clave para distorsionar la verdad y se utiliza para crear crispación y dividir a la sociedad. La derecha política, con frecuencia, añade agresividad a sus discursos generando odio y polarización como mecanismos para afianzar su control, al igual que en la obra de Orwell.
Al final, la verdad es maleable, la confusión un arma poderosa y las guerras son excusas para mantener la economía controlada y perpetuar las jerarquías sociales. Este ciclo perpetuo de lucha y dominación resulta familiar cuando observamos cómo algunos políticos utilizan la tensión y el conflicto para mantenerse en el poder o llegar a él, manipulando las emociones y las percepciones de la población.
A pesar de todo lo que la novela ofrece, esperaba más de este libro, que me sacudiese más internamente, que removiera más mis emociones y pensamientos, pero aún así, 1984 no deja de ser un libro con una fuerza y un mensaje potente, imprescindible para entender los mecanismos del poder y el control en la sociedad moderna y Orwell nos ofrece con su lectura una advertencia sobre nuestra realidad y las direcciones que podrían tomar nuestras sociedades, sobre la naturaleza del poder y sus efectos corrosivos, siendo su visión distópica perturbadoramente aplicable a muchos aspectos del mundo contemporáneo".










Los días de Birmania (1934)
El protagonista de Los días de Birmania, el señor Flory, es el representante de una empresa maderera relegado a una remota provincia. Su apertura de miras hacia los nativos lo acerca al doctor Veraswami, quien tras caer en desgracia ante U Po Kyin, el poderoso y corrupto submagistardo local, necesita su patrocinio para formar parte del club social de Kyauktada, hasta hora un reducto de los blancos. Por otra parte, la llegada de Elizabeth Lackersteen, una joven encantadora y caprichosa, provocará casi literalmente un terremoto en la pequeña comunidad.



La hija del clérigo (1935)
Ambientada en la década de los años treinta, cuenta la dura vida de la hija de un clérigo, maltratada y condenada a ser una criada hasta que un brusco cambio la llevará inesperadamente a Londres, donde vivirá una vida totalmente distinta, exiliada incluso de su propia mirada.



Que no muera la alpidistra (1936)
Gordon Comstock es un poeta frustrado que quiere llevar sus ideales hasta las últimas consecuencias. Tras rechazar un lucrativo trabajo como publicista, acepta un humilde puesto en una librería de Londres que apenas le da para comer, pero que le permite salvar sus principios. resuelto a no caer en la comodidad que simboliza la flor del alpidistra, presente en todas las ventanas de los hogares de clase media británicos, Gordon pasa las noches temblando de frío en su habitación alquilada mientras intenta escribir, ensimismado en su sueño de noble pobreza. Pero cuando la relación con su familia, sus amigos y su prometida se vuelve imposible por culpa del vil metal, la precariedad acabará por darle una importante lección de vida: "Los principios están muy bien, siempre que no haya que ponerlos en práctica".



Subir a por aire (1939)
George Bowling es un agente de seguros de mediana edad que vive en una típica casa suburbana inglesa con su mujer y sus dos hijos. Un día, al estrenar su nueva dentadura postiza siente la necesidad de "subir a por aire". Con diecisiete libras que ha ganado en una carrera, decide tomarse unas vacaciones lejos de su familia para visitar Lower Binfield, el pueblo donde creció, y el estanque donde solía pescar carpas treinta años atrás. Pero el estanque ha desaparecido, el pueblo se ha vuelto irreconocible y el principal acontecimiento de sus vacaciones es un bombardeo accidental de las fuerzas de las R.A.F. A través del relato de las andanzas del protagonista, Orwell traza una visión de las costumbres inglesas desde 1893 (año del nacimiento de Bowling), hasta 1938,cuando ya se cernía el espectro de la Segunda Guerra Mundial.



Sin blanca en París y Londres (1933)
Sin blanca en París y Londres es el vívido relato del tiempo que Orwell pasó entre los más pobres de la sociedad, un recorrido por los bajos fondos, en el que narra su primer contacto con la pobreza. Describe meticulosamente un mundo de miseria y penalidades, duerme en hostales infestados de insectos, en casas de acogida, trabaja como friegaplatos en un inmundo restaurante parisino, se alimenta de migajas y colillas de tabaco, vive con vagabundos, un soñador artista callejero y un ex militar ruso muerto de hambre... Al revelar una realidad impactante que hasta entonces permanecía oculta, Orwell dio por primera vez un rostro humano a las estadísticas de pobreza y además, encontró su voz.



El camino a Wigan Pier (1937)
El camino a Wigan Pier recoge una de las experiencia vitales más reveladoras para george Orwell, como individuo y como escritor. Este relato autobiográfico nace fruto del viaje que el autor británico hizo al norte de Inglaterra en 1936 -a las regiones de Lancashire y Yorkshire-, adentrándose en esta región minera, y anotando de forma científica y exhaustiva, las terribles consecuencias de la Gran Depresión de los años treinta del siglo XX. Las impresiones de este viaje causaron una profunda impresión en Orwell, y modelaron una conciencia política y social, en la que concluye que la única solución a la miseria y a la desigualdad era el socialismo.




Homenaje a Cataluña (1938)
Homenaje a Cataluña es un manifiesto del hombre contra las abstracciones que acaban conduciendo inevitablemente al terror. Es también un texto sobre la guerra de España, un testimonio que recoge la experiencia personal del autor. El escritor británico llegó en diciembre de 1936 a una Barcelona en plena efervescencia revolucionaria, pero en menos de un año tuvo que huir de la implacable maquinaria soviética por haber formado parte de las milicias del POUM.






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