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domingo, 1 de agosto de 2021

El infinito en un junco


Premio Ojo Crítico de Narrativa
Premio Los Libreros Recomiendan
Premio Búho al Mejor Libro
Premio Acción Cívica Premio Nacional Promotora de los Estudios Latinos
Premio Nacional de Ensayo
Premio de Literatura José Antonio Labordeta
Premio de la Asociación de Librerías de Madrid al Mejor Libro del Año


Este es un libro sobre la historia de los libros. Un recorrido por la vida de ese fascinante artefacto que inventamos para que las palabras pudieran viajar en el espacio y en el tiempo. La historia de su fabricación, de todos los tipos que hemos ensayado a lo largo de casi treinta siglos: libros de humo, de piedra, de arcilla, de juncos, de seda, de piel, de árboles y, los últimos llegados, de plástico y luz.
Es, además, un libro de viajes. Una ruta con escalas en los campos de batalla de Alejandro y en la Villa de los Papiros bajo la erupción del Vesubio, en los palacios de Cleopatra y en el escenario del crimen de Hipatia, en las primeras librerías conocidas y en los talleres de copia manuscrita, en las hogueras donde ardieron códices prohibidos, en el gulag, en la biblioteca de Sarajevo y en el laberinto subterráneo de Oxford en el año 2000. Un hilo que une a los clásicos con el vertiginoso mundo contemporáneo, conectándolo con debates actuales: Aristófanes y los procesos judiciales contra humoristas, Safo y la voz literaria de las mujeres, Tito Livio y el fenómeno fan, Séneca y la posverdad...
Pero, sobre todo, esta es una aventura colectiva protagonizada por miles de personas que, a lo largo del tiempo, han hecho posibles y han protegido los libros: narradores orales, escribas, iluminadores, traductores, vendedores ambulantes, maestras, sabios, espías, rebeldes, monjas, esclavos, aventureras... Lectores en paisajes de montaña y junto al mar que ruge, en las capitales donde la energía se concentra y en los enclaves más apartados donde el saber se refugia en tiempos de caos. Gente común cuyos nombres en muchos casos no registra la historia, esos salvadores de libros que son los auténticos protagonistas de este ensayo.

"Pues sinceramente tengo que decir, que este ensayo de Irene Vallejo, tan premiado me ha sorprendido y para bien.
Siempre me da un poco de miedo leer un libro del que se habla por todos los rincones, que está en todas las bocas y en todos los medios de comunicación engrandeciéndolo, porque generalmente, me defrauda, al estar esperando encontrar algo mejor de lo que finalmente descubro entre sus páginas, pero en este caso, me encuentro con un ensayo para todos los públicos, es decir, de fácil lectura, que te acerca tiempos muy lejanos con momentos de mayor actualidad, históricamente más cercanos a nosotros, y es precisamente ese vaivén, ese acercarte lo lejano y mirar desde un poco de distancia lo más cercano lo que hace que te atrape irremediablemente.
Es cierto que es un poco Montaña Rusa, momentos que la atención se despista un poco, quizás por hechos un poco repetitivos y ciertas reiteraciones en algunos personajes que hace que tu mente se despiste al hacerse algo lento, pero como compensación tiene capítulos memorables (enamorada quedé del capítulo 44 completo), en los que te sumerges en la belleza, el horror, el miedo y la esperanza por la que han pasado a lo largo de los siglos los libros y todas las personas que los han rodeado.
Son precisamente estos momentos, estos capítulos, los que te hacen soñar y sentir tanto.
Una manera sencilla, original y amena de acercarte a la historia de la literatura, de los libros y de los que han hecho posible que hoy en día podamos seguir disfrutando, aprendiendo y soñando con ellos".


"Nuestros "siempres" suelen ser efímeros".

"Llevamos libros con nosotros -o dentro de nosotros- a todas partes; también a los territorios del espanto, como eficaces botiquines contra la desesperanza".

"Buscamos en su océano de letras un mensaje embotellado para nosotros".

"Ciertas lecturas son una forma de derribar barreras".

"En épocas tiránicas, las librerías suelen ser lugares de acceso a lo prohibido y, por tanto, despiertan sospechas. En épocas de fobia al influjo extranjero, son puertos en tierra firma, pasos fronterizos difíciles de vigilar. Las palabras forasteras, las palabras repudiadas o incómodas encuentran allí su escondrijo".

"Aunque las librerías parecen espacios serenos y alejados del mundo trepidante, en sus anaqueles palpitan las luchas de cada siglo".

"Y, sin embargo, desde tiempo remotos las mujeres han contado historias, han cantado romances y enhebrado versos al amor de la hoguera. Cuando era niña, mi madre desplegó ante mí el universo de las historias susurradas, y no por casualidad. A lo largo de los tiempos, han sido sobre todo las mujeres las encargadas de desovillar en la noche la memoria de los cuentos. Han sido las tejedoras de relatos y retales. Durante siglos han devanado historias al mismo tiempo que hacían girar la rueca o manejaban la lanzadera del telar. Ellas fueron las primeras en plasmar el universo como malla y como redes. Anudaban sus alegrías, ilusiones, angustias, terrores y creencias más íntimas. Teñían de colores la monotonía. Entrelazaban verbos, lana, adjetivos y seda. Por eso textos y tejidos comparten tantas palabras: la trama del relato, el nudo del argumento, el hilo de una historia, el desenlace de la narración; devanarse los sesos, bordar un discurso, hilar fino, urdir una intriga. Por eso los viejos mitos nos hablan de la tela de Penélope, de las túnicas de Nausícaa, de los bordados de Aracne, del hilo de Ariadna, de la hebra de la vida que hilaban las moiras, del lienzo de los destinos que cosían las nortas, del tapiz mágico de Sherezade. Ahora mi madre y yo susurramos las historias de la noche en los oídos de mi hijo. Aunque ya no soy aquella niña, escribo para que no se acaben los cuentos. Escribo porque no sé coser, ni hacer punto; nunca aprendí a bordar, pero me fascina la delicada urdimbre de las palabras. Cuento mis fantasías ovilladas con sueños y recuerdos. Me siento heredera de esas mujeres que desde siempre han tejido y destejido historias. Escribo para que no se rompa el viejo hilo de voz".

2019


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