Dos jóvenes exaltados, Asier y Joseba, se marchan en 2011 al sur de Francia con la intención de convertirse en militantes de ETA. Esperan instrucciones en una granja de pollos, acogidos por una pareja francesa con la que apenas se entienden. Allí se enteran de que la banda ha anunciado el cese de la actividad armada. Abandonados a su suerte, sin dinero, sin experiencia ni armas, deciden continuar la lucha por su cuenta, fundando una organización propia, en la que uno asumirá el papel de jefe y disciplinado ideólogo, y el otro el de subalterno más relajado. El contraste entre el afán de las gestas y las peripecias más ridículas, bajo una lluvia pertinaz, va llevando la historia hacia una especie de drama cómico. Hasta que conocen a una joven que les propone un plan.
"Empecé a leer esta historia sin prejuicios por las críticas leídas, sin el lastre de tener a las espaldas de Aramburu una novela como Patria, que pesa y mucho, o eso me lo parece a mí, y al principio parecía una historia fresca, que bajo el resguardo del humor nos iba a traer una historia interesante, pero nada más lejos de la realidad.
Estamos ante una novela sin sentido alguno, falta de dinámica, totalmente insípida, débil, sin fuerza en los personajes ni en la narrativa (una vez más, esa manera de escribir del autor, con frases tan cortas que no te dejan tiempo a adentrarte ni en la historia ni en los diálogos, que te corta la narrativa cual navaja afilada) y a veces con un punto esperpéntico.
Esperaba más de ella y creo que ha perdido la oportunidad de regalarnos una novela que bajo el paraguas del humor y la ironía, volver a relatarnos el sinsentido y el dolor vivido dentro y fuera de Euskadi".
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